Nuestro cuerpo responde de manera agresiva cuando nos enojamos.
Enojarse implica una serie de consecuencias a nivel físico, pues nuestro organismo produce una mayor cantidad de sustancias químicas, entre ellas la adrenalina, la cual altera el funcionamiento normal del cuerpo.
Estudios recientes demuestran que la presión sanguínea se eleva durante el ataque de enojo, el corazón bombea sangre con mayor rapidez y la envía a los músculos de las piernas y de los brazos por si hay que correr o defenderse. Además también se crean más plaquetas y se pone en marcha el sistema inmunológico por si hay alguna herida en el cuerpo.
Por eso el enojo o la agresividad de una persona causa efectos directos al corazón. Cuando estamos muy enfadados, las células cargadas de los lípidos liberan grasa en el flujo sanguíneo para hacer uso de ella en caso de necesitar energía extra de emergencia. Pero donde esta presión sanguínea crece, las paredes de las arterias se deterioran y esa grasa acumulada se transforma en colesterol malo.
Los efectos alteran directamente a nuestro organismo e incluso aceleran el envejecimiento. Se recomienda llevar una vida más tranquila y llena de felicidad y risas, esto nos ayudará a tener un mejor funcionamiento celular y general.
¡MIRA LO QUE SUCEDE EN TU CUERPO!
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